Si no es ahora… ¿Cuándo?
En cada propósito de año nuevo me comprometía en mi cuaderno de sueños a hacer lo que me apasionaba. Me encontraba escribiendo… “ Quiero seguir mi pasión por el diseño, la decoración, la arquitectura del contacto directo con las personas, sus espacios y gustos, la libertad de creación y la enseñanza de temas innovadores que realmente hagan la diferencia. Quiero aportar con un producto o servicio para que todos podamos tener espacios lindos, cómodos, funcionales y que nos traigan FELICIDAD!”
Era consciente (y cada vez más) que nuestros espacios y el estado en el que se encuentran son el reflejo de cómo estamos internamente y que sin duda nuestro hábitat inmediato, nuestra casa, condiciona nuestro comportamiento.
Creo firmemente que nuestras emociones se ven afectadas por el lugar en el que vivimos, trabajamos, permanecemos. De hecho, hay estudios científicos como el de Abraham Maslow o como los estudios posteriores que retoman la teoría de la pirámide de necesidades y la relacionan directamente con la percepción del espacio construido. No es necesario citar fuente alguna porque yo lo he experimentado de primera mano, y tú ¿lo has sentido?
Tampoco hace falta tener una casa impecable, enorme o digna de portada de revista, con costosos muebles y objetos; las casas reales, las normales, las de metros cuadrados justos, las del promedio de la clase media, las que se viven, se desordenan, se ensucian, donde se celebran los momentos, las que cambian por la llegada de nuevos miembros, la que mutan y se vacían por separaciones, las que se renuevan… Son y serán casi siempre el reflejo de lo que somos, de nuestros hábitos y costumbres.
Y cada tanto resurge el AHORA cuando…
Ahora cuando reciba mi título y aprenda un poco más. Ahora cuando ahorre un poco más y pague el crédito estudiantil, ¡empiezo! Ahora cuando nos mudemos y estemos más estables, seguro emprendo. Ahora cuando, ahora cuando… Ahora cuando. Y se vino la maternidad. Tiempo de locura bajo la lupa del mundo pero a la vez de soledad y de reflexión que me hizo volver a pensar: sino es ahora, ¿Cuándo?
Hice llegar el día del AHORA y con mucha ilusión y su contracara (miedo) me aventuré a emprender, a decir y hacer posible lo que quería y como lo quería y sin mucho esperar me lancé y le dije a todos, amigos, conocidos y hasta mi abuela, que ahora era “independiente”.
Y me animé a contar una historia a través del proceso de reforma de nuestra casa; una historia de rescate de un espacio abandonado, despreciado y detenido en el tiempo. Un proceso que vivimos como familia, que disfrutamos y sufrimos, con muchas enseñanzas y anécdotas y que quiero que sea la plataforma para poder inspirar a muchas mujeres a tener espacios soñados, con presupuestos posibles y expectativas claras para no quedarse a mitad de camino.
Un proceso sin reprocesos y con mínimos tropiezos, porque a pesar de ser arquitecta, tener experiencia en obra y haber visto y lidiado con lo imposible, todavía me pasa lo increíble en este rubro complicado y subjetivo de la construcción, el diseño y la adecuación de espacios para vivir y permanecer.
Casa Saavedra no busca presentar tutoriales que muestran lo fácil y lo lindo que es renovar; vendiendo o aconsejando productos que solucionan todo. DIY o Hazlo que se puede! Tampoco ofrece un “llave en mano”: Vuelve cuando todo esté listo.
Casa Saavedra tiene el propósito acompañar a mujeres y sus familias, para que logremos juntas, espacios increíbles y asequibles, partiendo y sobre todo usando lo que ya se tiene, con un plan de acción centrado en necesidades- emociones- expectativas y por supuesto la Magia del Color.
Lo que yo llamo el uso de colores y combinaciones que encanten, que traigan buenos recuerdos, que incentiven momentos y sobre todo que estén adaptadas a lo particular de cada lugar y grupo familiar, sin seguir modas o tendencias si así no se quiere.